lunes, 16 de abril de 2012

Un mañana mejor





La nave llego finalmente a su destino. Si. ¿Pero a qué precio? El cadáver del capitán Strelok yacía a escasos metros de mí. El ingeniero de a bordo había atravesado el parabrisas y su cuerpo pertenecía ahora a las rocas sobre las que había aterrizado. La stripper contratada para el viaje intergaláctico no podría ya bailar mas sobre la barra fija…Por lo menos no sin rampa de acceso.



Intente permanecer consciente mientras una nube de arena penetraba por las heridas de mi cara. Éramos la última esperanza para la tierra. Nos consideraban héroes muchos meses antes de iniciar nuestra particular epopeya. Demasiado peso en los hombros de unos simples humanos.





Los recursos de la tierra estaban amenazando con acabarse. El agua se había puesto en huelga, el viento solo cubría servicios mínimos y las frutas habían protagonizado el piquete sindical mas sanguinario jamás visto. Yo, por aquel entonces, un modesto antidisturbios que había sido obligado por sus superiores a actuar con contundencia sobre ellos. Solo cumplía órdenes. Pero entonces ¿Por qué me perseguían las imágenes de las naranjas que aporree? Me lavaba las manos tres veces al día creyendo que todavía estaban manchadas de su jugo. Las pesadillas eran solo un reflejo de la realidad que viví. Quizás fuera eso lo que estaba acabando conmigo. Quizás mi alcoholismo.


Eran en todo caso preguntas que no quería responder. El video en que me persone en la ONU proponiendo salir de nuestra atmosfera en busca de un crustáceo inteligente que tomase el mando batió records de visitas en Youtube. En la ONU se rieron de mi…¡Necios!. Meses mas tarde se aprobó el acta 3719. Se aprobaba el proyecto “Vida nueva”. Explorar los confines de lo desconocido en busca de un planeta que presentase condiciones de vida viables para los seres humanos. El esfuerzo de todas las naciones hizo posible la creación de la nave mas tecnológicamente avanzada que había visto el hombre.

Solo yo pare
cía saber la verdad. No buscaban planetas habitables, buscaban crustáceos inteligentes. Demasiado orgullosos como para reconocerlo. Fueron tiempos de dura preparación. Millones de personas que cada semana abandonaban debido a las brutales pruebas selectivas. Prueba de esfuerzo físico máximo, maratón, peleas en barro, desfile en bañador, tests de umbral del dolor, caligrafía avanzada, pilotaje bajo condiciones atmosféricas terribles, concurso de tartas, pruebas psicotécnicas, concursos de popularidad…

Nunca lo reconocerán oficialmente pero fue mi tesina en la que presentaba un cuadernillo rubio de sumas con decimales la que les convenció quien debía estar al mando…No sabría explicarlo pero con el tiempo esos recuerdos habían fermentado dolorosamente en mi interior.


Una sombra en el horizonte me devolvió al presente. Un alienígena cuadrúpedo se acercaba con calma a mi. Su rosada y suave lengua parecía esconder una letal amenaza. Su cola se movía de un lado a otro con celeridad. Podría tratarse de una suerte de radar y arma defensiva a la vez. La preparación hacia que mantuviese la mente clara pese a mi precaria situación.



Imagen arriba: Simio culturista (Foto sin nada que ver con el único objetivo de aumentar el numero de visitas).

Lo vi con claridad cuando ya estuvo encima mío. Demasiado tarde para una maniobra evasiva que, por otro lado, no había pensado realizar por pereza. Los estudios científicos sobre las posibles morfologías de habitantes extraterrestres hicieron que lo reconociese de inmediato. Un San Bernardo. De Gran tamaño. Orejas caídas. Mirada ausente. Barril de ron en la correa. Pelaje marrón y blanco. “El mejor amigo del hombre” exprese con dificultades mientras una sonrisa luchaba por aflorar en mi rostro. Agarre el barril de ron y lo vacié de un largo trago sin abandonar mi yacente postura. Subí la mirada y contemple la mirada indiferente del can. “Y viene con un perro” logre añadir mientras me incorporaba.


El San Bernardo pareció rezongar y protestar por la pérdida del etílico contenido del barril. Debía mostrarme firme y no parecer dispuesto a negociaciones. No con cualquiera. En esos momentos yo era el máximo representante de los intereses de la tierra. Adopte postura marcial, saque pecho y me exprese con mí mas enérgico tono.


“Llévame ante tu líder”

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