domingo, 10 de junio de 2012

Por aclamación popular: Un mañana mejor, versión del escritor

Cuando me reuní conmigo mismo y me ofrecí hacer una versión revisada y con tres palabras mas de extensión mi respuesta no se hizo esperar: - Claro, hagamoslo.

Habían sido semanas muy duras en las que tuve que meterme en la piel de un protagonista de una gran complejidad. Para ello me iba todas las mañanas a la pescaderia y me sentaba a observar los comportamientos de la gente. Estuve una semana entera mirando un cangrejo colocado sobre unos finos cuadrados de hielo. Con ello comprendí lo inescrutables que podían llegar a ser sus sentimientos...y que el genero no se renovaba muy a menudo.

No estaba demasiado dispuesto a volver a pasar por ese duro reto que casi supuso mi abandono como dramaturgo, pero por otro lado había madurado durante esos días y decidí que me debía, no solo a mis lectores, sino a la humanidad. Es por eso por lo que no dude cuando, por sorpresa, me lo ofrecí.

Y es por eso por lo que ahora podréis disfrutar nuevamente de Un mañana mejor (Versión del escritor). Creo que esas tres palabras de más dan un nuevo sentido a la narración, una nueva forma de comprender la obra y una manera distinta de interpretar el mensaje que El Intento de Relato os lleva hasta la comodidad de vuestras casas.

Espero que lo disfrutéis tanto como yo lo hice mientras creaba arte con la única ayuda de la imaginación y unos hongos que crecieron en mi yogur:


La nave llego finalmente a su destino. Si. ¿Pero a qué precio? El cadáver del capitán Strelok yacía a escasos metros de mí. El ingeniero de a bordo había atravesado el parabrisas y su cuerpo pertenecía ahora a las rocas sobre las que había aterrizado. La stripper contratada para el viaje intergaláctico no podría ya bailar mas sobre la barra fija…Por lo menos no sin rampa de acceso.

Intente permanecer consciente mientras una nube de arena penetraba por las heridas de mi cara. Éramos la última esperanza para la tierra. Nos consideraban héroes muchos meses antes de iniciar nuestra particular epopeya. Demasiado peso en los hombros de unos simples humanos.
Los recursos de la tierra estaban amenazando con acabarse. El agua se había puesto en huelga, el viento solo cubría servicios mínimos y las frutas habían protagonizado el piquete sindical mas sanguinario jamás visto. Yo, por aquel entonces, un modesto antidisturbios que había sido obligado por sus superiores a actuar con contundencia sobre ellos. Solo cumplía órdenes. Pero entonces ¿Por qué me perseguían las imágenes de las naranjas que aporree? Me lavaba las manos tres veces al día creyendo que todavía estaban manchadas de su jugo. Las pesadillas eran solo un reflejo de la realidad que viví. Quizás fuera eso lo que estaba acabando conmigo. Quizás mi alcoholismo.

Eran en todo caso preguntas que no quería responder. El video en que me persone en la ONU proponiendo salir de nuestra atmosfera en busca de un crustáceo inteligente que tomase el mando batió records de visitas en Youtube. En la ONU se rieron de mi…¡Gilipollas!. Meses mas tarde se aprobó el acta 3719. Se aprobaba el proyecto “Vida nueva”. Explorar los confines de lo desconocido en busca de un planeta que presentase condiciones de vida viables para los seres humanos. El esfuerzo de todas las naciones hizo posible la creación de la nave mas tecnológicamente avanzada que había visto el hombre.

Solo yo parecía saber la verdad. No buscaban planetas habitables, buscaban crustáceos inteligentes. Demasiado orgullosos como para reconocerlo. Fueron tiempos de dura preparación. Millones de personas que cada semana abandonaban debido a las brutales pruebas selectivas. Prueba de esfuerzo físico máximo, maratón, peleas en barro, desfile en bañador, tests de umbral del dolor, caligrafía avanzada, pilotaje bajo condiciones atmosféricas terribles, concurso de tartas, pruebas psicotécnicas, concursos de popularidad…

Nunca lo reconocerán oficialmente pero fue mi tesina en la que presentaba un cuadernillo rubio de sumas con decimales la que les convenció quien debía estar al mando…No sabría explicarlo pero con el tiempo esos recuerdos habían fermentado dolorosamente en mi interior.

Una sombra en el horizonte me devolvió al presente. Un alienígena cuadrúpedo se acercaba con calma a mi. Su rosada y suave lengua parecía esconder una letal amenaza. Su cola se movía de un lado a otro con celeridad. Podría tratarse de una suerte de radar y arma defensiva a la vez. La preparación hacia que mantuviese la mente clara pese a mi precaria situación.

Lo vi con claridad cuando ya estuvo encima de mí. Demasiado tarde para una maniobra evasiva que, por otro lado, no había pensado realizar por pereza. Los estudios científicos sobre las posibles morfologías de habitantes extraterrestres hicieron que lo reconociese de inmediato. Un San Bernardo. De Gran tamaño. Orejas caídas. Mirada ausente. Barril de ron en la correa. Pelaje marrón y blanco. “El mejor amigo del hombre” exprese con dificultades mientras una sonrisa luchaba por aflorar en mi rostro. Agarre el barril de ron y lo vacié de un largo trago sin abandonar mi yacente postura. Subí la cabeza y contemple la mirada indiferente del can. “Y viene con un perro” logre añadir mientras me incorporaba.
 
El San Bernardo pareció rezongar y protestar por la pérdida del etílico contenido del barril. Debía mostrarme firme y no parecer dispuesto a negociaciones. No con cualquiera. En esos momentos yo era el máximo representante de los intereses de la tierra. Adopte postura marcial, saque pecho y me exprese con mí mas enérgico tono.

“Llévame ante tu líder”

El San Bernardo caminaba perezosamente sobre el devastado paramo. Evaluación inicial: Profesional altamente preparado. Una máquina de guerra perfecta. Recordé como intentaron convertirme en lo más parecido a un asesino implacable. Inyecciones de células madre diarias para conseguir una regeneración inmediata de cualquier daño. Intentos de recubrir mis huesos con un exoesqueleto virtualmente indestructible. Garras retractiles ocultas en el dorso de la mano. Dos conclusiones. Leían demasiados comics. Y nunca te fíes de una subcontrata. 

Resultados del doloroso procedimiento. Inyecciones diarias de una mezcla de solución salina y laxante: Colón limpio (siempre es una preocupación menos), irritación anal y un profundo odio hacia los ingenieros genéticos que me procuraron el procedimiento. Regeneración parcial de células epiteliales en fase tres del proyecto, la crema exfoliante había dejado los poros limpios. Odio hacia los ingenieros: sofocado.

Exoesqueleto indestructible: La mayor cantidad de fotógrafos que había visto en mi vida me cegaba con sus flashes mientras el concejal de urbanismo y la ministra de igualdad posaban con sonrisa de satisfacción. Por mi parte logre una esbozar una mueca mientras yacía tendida sobre una mesa de quirófano. Juntaron las manos e hicieron una dolorosa incisión en el vientre con el bisturí mientras los presentes aplaudían. Instantes después todos, equipo médico incluido, desparecieron. Dejándome absorto en lo que ampulosamente denominaría “mis pensamientos”. Logre inclinar la cabeza hacia arriba, y para mi sorpresa me encontré con una pegatina sobre el lado del vientre que no me habían rebanado. En ella observe la fecha de finalización del proyecto y el presupuesto para tal acometida. “Hijos de puta”. Tiempo más tarde me comentaron como el presupuesto se elevo diez veces más de lo proyectado pese a que únicamente me colocaron velcro en la herida abierta como forma de cerrar la herida.

Por lo visto también hubo problemas con los cimientos al estar sobre una superficie arenosa y la inesperada construcción de rotondas a lo largo del intestino grueso y de diferentes arterias y venas. Dijeron que así solucionaron posibles problemas circulatorios.
Clara conclusión: Si quieres que algo salga bien procura que no haya políticos por medio.

Garras retractiles ocultas en el dorso de la mano: Según el médico de la seguridad social “Operación a plena satisfacción”. Soldaron en cada mano una navaja multiusos, de tal manera que al doblar la mano hacia abajo lograba que asomasen un tenedor, una cuchara o un palillo para los dientes. Quede especialmente satisfecho de los resultados pese a que no lograba controlar tan avanzada tecnología y por ende la herramienta que asomase era por puro azar y no por deseo de sacar ese utensilio en concreto. Había que reconocer que cuando utilizaba ese mortal arma mi aspecto resultaba insultantemente amenazador. Para redondear el elemento disuasorio me deje las patillas largas.

Vuelta al presente. Cuando creía que no aguantaría más la visión del bamboleo testicular de la amenaza extraterrestre logre divisar construcciones alienígenas. Tejados a dos aguas y paredes de ocumen toscamente pintados de llamativos colores. Todas parecían tener una única entrada con forma de puerta pero sin puerta. Tome nota mental. Los habitantes parecían tipos confiados…o habían logrado erradicar la subcultura criminal tan propia de mi planeta de origen. Todo apuntaba a una civilización avanzada. 

Con la mandíbula tensa apreté los puños hasta notar el arma multiusos apretándose contra la piel. La teoría de la evolución me enseño que las especies más dotadas sobrevivían. Y no me refería a los bamboleantes testículos del San Bernardo. O creo que no. Nunca leí “El origen de las especies”. Rece porque esta nueva y extraña raza también hubiese aprovechado las clases de ‘Ciencias Naturales’ del nuevo plan de estudios para intentar ligar con la compañera de pupitre mediante la capacidad para escupir un chicle al aire y lograr recogerlo con la boca (en ocasiones sin mediar rebotes contra el suelo).

El San Bernardo me guió hasta una caseta de techo alto. A estas alturas estaba ya rodeado por extraterrestres que meneaban la cola trasera de un lado hacia otro. Tal vez un intento de lograr cobertura. Quizás una muestra más de lo evolucionado de su sistema de comunicaciones. Momento de probar a comunicarse con ellos. Y una siempre agradecida oportunidad para bajarme los pantalones. Por una vez estaba justificado.

Saque mi aparato genital y probé a moverlo de un lado a otro. Gracias a unos generosos golpes de cadera el miembro realizo escorzos y giros nunca antes logrados hasta la fecha. Redondee la actuación poniéndome de perfil y haciendo sombras chinescas únicamente con él y sus dos fieles acompañantes. Ante la escasez de personajes de que disponía interprete “Esperando a Godot”. Era como volver a estar en la representación navideña del instituto.

Cuando acabe mire a mí alrededor en busca de una respuesta a mi proposición de paz. Solo encontré indiferencia. Un perro olisqueaba el trasero de otro con deleite, varios de ellos dormitaban sin fingir interés alguno y el resto se ladraban en una discusión sin interés alguno. Removí en mi memoria. Tal vez se tratase de un rito ancestral ya realizado por los primeros homínidos. Algo que diese lugar a comportamientos tan primitivos debía tener un símil terrícola. Lo acabe encontrando. Imágenes que llenaban de desolación e indignación a la gente. Impotencia ante la estulticia (era mi palabra del día) que contemplaban a intervalos regulares. Una siniestra sombra que reclamaba parte de sus bienes para tan pernicioso espectáculo. Me hallaba sin duda ante un Congreso de Diputados.

DIA 7
La pacífica convivencia ejercía un efecto balsámico sobre mí. Emplear el día en rascarme la oreja con ayuda de mis cuartos traseros era un magnífico ejercicio a nivel mental y físico. Un irresistible desafío. Pese a que algunos de mis anfitriones se jactaban de sus habilidades atléticas obsequiándose con generosos lametazos en sus partes genitales logre mantener la sangre fría y no entrar en provocaciones. El haberles mostrado la verdadera utilidad del dedo prensil podría haber enrarecido una cumbre como aquella en la que me hallaba…Además de elevar un punto más el tono de este relato en principio concebido como juvenil.

DIA 8
Creo haber establecido el ritmo circadiano del planeta. Me hallo en una fase de días de dos horas, seguidas de noches sin oscuridad de dos horas. Unos tres días seguidos. Después se pasa a una fase de días nocturnos de dos horas y diurnos en oscuridad de otras dos. Así otros tres días seguidos. Por fin he logrado establecer el calendario. Me pregunto si en días próximos podre establecer el tiempo verbal en que escribir el diario.

DIA 9
Momento de aprovechar la fase nocturna con luz para hacer un reconocimiento más amplio del territorio. Agarré una extraña piedra de forma esférica que parecía estar en fase de pubertad debido a su tacto áspero y velludo. El líder se dirigió hacia mí con tono apremiante. Sabía que se trataba de una especie de corona o fetiche de poder para ellos. Me rodearon con impaciencia. Alguno de ellos incluso intento saltar sobre mí. Nueve días en un planeta y ya había establecido un golpe de estado. 

Con todas mis fuerzas lance el brazo hacia adelante, los perros corrieron con desesperación. Quien recogiese la piedra amarilla y peluda sería el nuevo Rey. Esa al menos era mi teoría.

Corrí hacia la dirección contraria antes de que se diesen cuenta de mi ardid. La piedra continuaba en mi poder. Una jugada sagaz sí, pero arriesgada. En caso de volver a encontrarme con ellos tendría algo que negociar gracias a mi astuta maniobra.

DIA 10
La noche luminosa había dejado paso al día sin oscuridad. Ya no podría ampararme en las sombras luminosas para ocultarme. Y sabía que era cuestión de tiempo que descubriesen mi triquiñuela. No obstante decidí dedicarme unos momentos de recreación. Mi artimaña había sido de una astucia sin igual. No volverían a subestimarme. Ya sabían de qué pasta estaba hecho.

DIA 11
Tantos días huyendo sin descansar empiezan a hacer mella. No logro pensar con la cristalina claridad de antaño. Sin embargo. ¡Oh si! Me parece haber visto construcciones de gran complejidad en el horizonte. Hacia allá me dirijo. ¡Oh Mandy! ¡Te echo tanto de menos! Ojala algún día el hacedor tenga a bien volver a juntarnos en el cielo. Tu sonrisa, la delicada manera de apartar los mechones de cabello de tu frente, el brillo de tus ojos, la calidez de tus abrazos, tu nuez… ¡Te añoro tanto!

DIA 12
Inevitable el bajo estado emocional en que me encontraba ayer. Durante demasiado tiempo había estado oculto el dolor por la distancia respecto a tan completa mujer. Siempre llena de sorpresas. Me habían advertido en el entrenamiento del peligro de viajar con tu mujer a bordo (Emocionalmente hablando). Por eso solo enviaron solteros sin posibilidad de emparejarse en tan compleja misión. Jure ante mi anillo de casado que no me afectaría pero…Los sentimientos siempre se imponen ante la razón.

DIA 13
Corrí hasta una extraña estructura en la que podían verse reflejados los rayos del foco solar nocturno. De alguna manera esas extrañas criaturas parecían estar siguiendo mi rastro. Podía notar su cálido aliento detrás de mí. Podía sentir el fragor de la persecución. Podía palpar la ansiedad de mis seguidores. Podía apreciar como el relato de hechos de los dos últimos días nos había desviado de la trama principal creando un tan ilógico como innecesario anticlímax. De alguna manera percibí que el fin estaba cerca.

DIA 14
Amaneció una oscuridad sin nombre. El suelo que pisaba se hundía bajo mis pies. Una extraña solución líquida subía y bajaba comprometiendo las costuras del bajo del pantalón que no obstante no llevaba. En su extremo parecía formarse espuma de lanoso aspecto. Maravillas de un desconocido mundo que por mi precaria situación no podía pararme a disfrutar. Tropecé y caí rodando sobre la arenosa superficie. A mi mente sólo llegaron imágenes de cómo la última esperanza de la humanidad era arrasado por la jauría. La piedra redonda de poder cayo del ‘slip’ y rodo hasta detenerse.
Tal vez podría aprovechar el momento de distracción que crearía para una nueva maniobra evasiva. Para mi sorpresa los extraterrestres se habían detenido. Seguí con los ojos la dirección de su mirada.
Allí estaba. 

Puse a trote mi caballo (pequeña licencia literaria que sin duda pasara desapercibida para la mayoría) mientras di una vuelta a su alrededor intentando asimilar su significado.

Bajé del corcel y lo contemplé con una mezcla inédita de sentimientos. (Hasta ese momento mi abanico de sentimientos eran básicamente: ira, furia, cólera y enajenamiento. Lo que sin duda me convertían en un tipo de vasta complejidad). Fue entonces cuando comencé mi monólogo:
- ¡Maniáticos! ¡Lo habéis destruido! ¡Yo os maldigo! ¡Os ultrajo a todos y cada uno de vosotros! ¡Oh, ganas de zaheriros incluso tengo! ¡La habéis destruido!
Un border collie levantó la cabeza hasta que entró en su campo visual un payaso de casi tres metros de altura dirigiéndome una mirada burlona. Debajo de un medio arco se podía leer: Big Mac- 87’95€

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