¡Ah, el deporte!

Que grandes fueron las jornadas del Mundial de Futbol que hacian que todos sacasemos lo mejor que llevabamos dentro. Que no daríamos porque sus valores no se extrapolasen a la sociedad actual. ¿Quién no ha soñado con tener como vecino a un hombre de declaraciones y comportamientos tan sosegados y señoriales como Maradona? ¿Con un país de conciudadanos tan respetuosos en la frustración como el antiguo carnicero metido a futbolista que es Pepe?

Incluso podemos ir más allá. Los valores que saben transmitir aquellos que se consagran a informarnos de tan magnos acontecimientos. Juntas vecinales con un intercambio de opiniones tan limpias y respetuosas como las protagonizadas por Tomas Roncero y ‘Manolete’ (sencillez y humildad hasta en el nombre ¡Por Dios!). Difícil será que este país llegue algún día a aspirar al elevado vocabulario de estos dos escultores de la palabra.

O a la caballerosidad infinita de Manolo Lama. Algún envidioso nombrara aquel video en el que humillo a un mendigo sin pararse a pensar siquiera en que su pretensión era mostrarnos la facilidad con que se puede despojar de dignidad a quien está cercano al arroyo. Un intento de salvar nuestras almas pese al inherente riesgo de condenar la suya propia. Una autentica brújula moral para este cainita país.

Una metáfora vital que no supieron comprender algunas Asociaciones de Telespectadores, que aprovecharon para levantarse de la comodidad del sofá y denunciar un acto de amor al prójimo tan puro lamentando el uso de la imagen de una persona sin recursos y sin su permiso para el entretenimiento televisivo (‘¿Si tengo su permiso puedo humillarle para crear un programa que vender a Telecinco?’ estaréis pensando los más viles de mis seguidores [y por ello mis favoritos]).

“Yo educo a mis hijos en la solidaridad" fue la respuesta de nuestro amado presentador, comentarista y contertulio a esa España infame y negra que se atrevió a criticarle. Y es que ¿Quién no habría deseado tener como compañeros de colegio a muchachos tan magníficamente educados en los valores como lo deben de ser los de nuestro querido Manolo? Ningún mendigo sufriría nunca más la soledad, siempre habría alguien dispuesto a acercase a ellos.

Pero volvamos al tema central de estas reflexiones. El Mundial. Todas la fuerzas televisivas de nuestro país acercándonos a lo que debe ser el deporte: Sacrificio, honestidad, solidaridad…Solidaridad sí. Como la de Lama. Solidaridad con mayúsculas. Aquella en la que mediante un ejercicio de empatía sin precedentes logras radiografiar el alma de un equipo, de una persona, de un país…

El ejemplo que sigue, tomado de un programa de cuatro (inexplicablemente criticado también), nos mostraba el testimonio de una niña paraguaya en un vertedero. Por supuesto, y como muestra suma de respeto a los derechos de la infancia, con un actor de velludas extremidades interpretando dicho rol. He aquí extractadas las partes destacadas de una nueva muestra de valores (que daño ha hecho Youtube permitiéndonos rescatar todo tipo de documentos):

“Tengo seis años, llevo cinco trabajando. Antes llevaba una grúa. Y ahora recojo motores de lavadora en un vertedero”. Gran muestra del amor al trabajo que el actor ha reconocido como parte importante de la sociedad Paraguaya.

“Este mundial es lo mejor que nos ha dado Paraguay desde que cogí la gripe, el tifus, el sarampión y la malaria y el ebola”

“A mi bisabuela la violo Hernán Cortes”. ¡Mostrando conocimientos de Historia! Educan y divierten.

Y para concluir el actor mirando a cámara: “Jugadores de la selección española de futbol en vuestras manos está la muerte de miles de millones de niñas paraguayas”. Todo un llamamiento al entendimiento entre equipos, aficiones y personas.

Y hay gente que lo criticó, oye. Así nos va. Criticar lo anterior es autentica apología de la telebasura.

Va por vosotros. Por los que hacéis que ver la televisión no me produzca vergüenza ajena.

Gracias por enseñarme a ser mejor aficionado. Por instruirme. Por enseñarme. Y por querer hacer de mi una mejor persona. No os rindáis ante las críticas. Yo no lo hare. Me lo enseñasteis vosotros.