-
¿Cual es el motivo de su visita?
Tanya le miraba
curiosa y sin disimulo. El salón que les acogía estaba escasamente decorado y
sin fotos personales a la vista. Sobre la mesa de caoba que les separaba
reposaba únicamente un cenicero de cristal. McCormick decidió abordarla
directamente.
-
Esta tarde hemos encontrado al Congresista Evan
Davis muerto por un disparo en la cabeza- dijo siendo ahora él quien la
estudiaba.
Tanya sacó un
cigarrillo y se lo llevó a los labios. Continuaba con la vista fija en él,
inexpresiva. McCormick sacó una caja de cerillas, prendió una e inclinándose
sobre la mesa se lo encendió. Ella se lo agradeció con una leve inclinación de
cabeza.
-
¿Es que no cree en los mecheros?
-
Le diré en lo que creo- comenzó a responder
acomodándose en el sofá- Si yo estoy aquí, podrían haber tomado sin problemas
este camino otras personas. Si al congresista le han matado los que tengo en
mente…probablemente van a querer eliminar a cualquiera que haya respirado, hablado
o estado cerca de él en cualquier ocasión. Todo esto me lleva a la pregunta de
por qué parece usted tan tranquila. No sólo han matado a alguien cercano a
usted, sino que podría estar en peligro. No sé…- hizo una premeditada pausa
para que las palabras fuesen calando en Tanya- ¿Qué pensaría en mi lugar?
Tanya se
reclinó y apoyó perezosamente la cabeza sobre la mano mientras jugueteaba con
un mechón rebelde.
-
Para eso tendría que saber algo más de usted.
-
Soy Agente Federal- respondió cortante.
-
¿Y qué más?
-
No hay más.
-
¿Y qué es lo que esta buscando?
-
Respuestas.
-
Sabe perfectamente que no le preguntaba por eso- respondió
mientras continuaba mirándole a través del humo del cigarro.
McCormick
resopló impacientemente y posó por casualidad la vista en una litografía que
rezaba “El grito. 1893”.
-
No tengo edad para ir dando azotes- replicó en tono
recriminatorio.
Tanya se
inclinó hacia delante apoyando los codos en las rodillas y, sin dejar de
mirarle, esbozó una media sonrisa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario