jueves, 14 de noviembre de 2013

12


-          Esta vez si que la ha jodido a conciencia- le espetó Parker desde detrás de su mesa- Pretendo convocar una reunión de los jefes de departamento en la que espero que todo este asunto quede enterrado.

McCormick no pudo evitar pensar que él era el asunto al que más ganas tenia Parker de echar tierra encima. Lo que más deseaba enterrar.

-          Encubrir a un terrorista es un asunto muy grave McCormick. ¿Como explica que hallásemos el cuerpo de Dillon Dermot una hora después de su redada en Lower Ritchey?

“¿Hallásemos? ¿Acaso no fui yo el que se quedó esperando después de llamarles?”

-          Una fuente anónima señor- respondió McCormick.
-          Sabe perfectamente que está obligado a decírmelo.
-          No mientras se trate de una investigación en curso.

Se quedaron sumidos en un incómodo silencio. Supuso que era la forma que tenía Parker de presionarlo, darle tiempo para pensar en lo que podía caerle encima.

-          Agente McCormick ¿Podría iluminarme una vez más sobre los objetivos de su investigación?
-          Hay una sucesión de hechos que apuntan…
-          ¿Sucesión de hechos? Lo único que tiene para reafirmar su teoría es a un congresista, al que quizás le pudiesen los remordimientos, y una carnicería provocada por usted en busca de gloria. ¿Cómo cree que afecta su paranoia a la política que pretende llevar este departamento?

McCormick notó como si un depredador le desgarrase las entrañas por dentro. Le iba a resultar difícil no dejarlo en libertad.

-          ¿Sabe una cosa Parker? Cuando entré en el FBI me enseñaron a disparar, a trazar perfiles de asesinos, a realizar una investigación…En esos años de instrucción en ningún momento me hablaron de ciencias políticas. Tal vez estuvimos en distintas academias- hizo una pausa para observar su reacción- y tal vez la media docena de terroristas muertos, con los que nos hemos encontrado esta mañana, signifique que merece la pena hacer esa investigación.

Parker se echó hacia atrás en su sillón juntando las yemas de los dedos.

-          Los problemas internos de la Yiser son la única causa de esos asesinatos. A usted deberían preocuparle las consecuencias de sus actos. Va a caer, McCormick, y lo irónico es que es usted quien se está cavando la tumba.
-          ¿Eso es todo?- preguntó desafiante.

Parker sonrió mezquinamente.

-          Tanya Berry está bajo arresto- se encogió de hombros mostrándole las palmas de las manos- Hasta que se reúna la comisión no quiero mas encubrimientos.
-          ¿Bajo qué cargos?
-          Asociación terrorista. Usted mismo la vinculó a Evan Davis.

McCormick apartó la mirada y sonrió incrédulo. La sonrisa de Parker se ensanchó por momentos.

-          Eso es todo agente.

Se marchó intentando que la desesperación no dominase sus pensamientos. Bajó hasta su despacho, cerró la puerta y se dejó caer sobre la silla. Se llevó las manos a la cara y se removió inquieto. Sobre la mesa tenía dispuestos los últimos movimientos de la Yiser.

Montescca, perteneciente a la rama más dura de la organización. Muerto. Troceado y metido en una secadora. Luego la pusieron en marcha. El negocio situado en Hunt Street, donde se encontraron sus “centrifugados” restos, iba a pasar una mala racha de clientes.

Darvin Michaels. Besó en la frente a su hijo antes de salir de casa y su mujer lo acompañó hasta la puerta como acostumbraba. Le dispararon con una ametralladora desde un coche. Dos funerales más.

Paul Brant. Abierto de oreja a oreja. Se molestaron en enterrarle en una fosa baja. Las fuertes lluvias nocturnas le llevaron a la superficie. Encontrado por unos niños.

Dos cuerpos todavía sin identificar. Colgados de un árbol después de haberles disparado a la cabeza desde detrás. Huellas dactilares quemadas con acido. Trasladados a la sala de autopsias del hospital de Rusell Heights. En espera de la prueba de ADN.

Harry Hill. Montó en su coche a la salida del Club de Striptease “Red Foxes”. Nitrato de amonio mas RDX. La chispa eléctrica al hacer contacto con la llave detonó la carga. Restos encontrados a más de veinte metros del lugar de la explosión.

“Joder, no han perdido el tiempo” se lamentó. Se preguntó que estaría ocurriendo. Qué podían hacer. Cómo llegar a entender esas ejecuciones. Intentaba resolver un puzzle del que parecían sobrar piezas. Observo la foto que tenía sobre la mesa, una niña de ocho años le miraba sonriente desde detrás del cristal. Sonó el teléfono y lo cogió al segundo tono.

-          McCormick.
-          Buenos días señor, soy el agente Anthony Morris.
           
            “Otro novato” pensó.

-          Me han transferido desde Sacramento para ponerme a sus órdenes.- continuó como si le hubiese leído el pensamiento- El agente Reitner ha comenzado el interrogatorio a uno de los terroristas detenidos en la noche de ayer. He creído oportuno informarle. Si necesita de mis servicios estaré procesando unos datos desde el centro de operaciones.

            McCormick asintió confuso al telefono.

-          Gracias Agente Morris- respondió pensando en las palabras del agente- Bienvenido a bordo.

            Sacó una cajetilla de Royal Filter y jugó un rato con el encendedor con la mirada perdida en el techo. Pocos agentes y mucho que investigar. Cerró la tapa del encendedor. Callejones sin salida. Abrió la tapa del encendedor, giro la rueda y se acerco la llama al cigarrillo. ¡Montescca! Se encendió el cigarrillo y dio una profunda calada. Imposible matar a Montescca sin haber hecho ruido, alguien tendría que saber algo. ¿Estaría George McKie detrás de su ejecución? La comisión habría tenido que ser quien extendiese el contrato. Eso sólo podía significar que tendrían que reunirse nuevamente junto con los jefes de zona. “Una nueva reunión de la comisión junto con los más significativos miembros de la Yiser en Freedom City” se repitió a si mismo.

            Apagó el ordenador y salió del despacho intentando poner en orden los hechos. Tenía que ver si Meiyar tenía algo nuevo. Vio la puerta del despacho de la doctora abierta. Dudo si debería pasar a verla. Dio un paso en dirección a la puerta e inmediatamente se arrepintió. Se dio la vuelta y se encontró directamente frente a ella. Tan cerca que casi notaba los latidos de su corazón.

-          ¿Cómo te encuentras Jeff?
-          Las cosas no van demasiado bien doctora. ¿No se ha enterado todavía? Estamos en una guerra. Ellos matan y a nosotros solo nos dejan responder con palabras.
-          Quería que supieses que no he informado a Parker- dijo con tono de confidencia.
           
            McCormick sonreía mas con la mirada que con la boca.

-          Lo agradezco, pero Parker es un hombre de recursos. Ha encontrado otras formas de hundirme.
           
            Se encontraba más cerca todavía de ella que el día anterior, pero en esta ocasión ella no daba pasos atrás. Le agradó la sensación de respirar el mismo aire que ella y que sus labios estuviesen tan cerca como para saber que decía antes de que las palabras saliesen de su boca.

-          Quería disculparme, me dio la sensación de que la asusté ayer.
           
            Se dio cuenta que la estaba tratando de usted. Tal vez se encontraba en inferioridad por todo lo que sabía de él.

-          Si necesitas hablar, ya sabes donde estoy.

            McCormick sonrió en esta ocasión con la boca.

-          Buenos días doctora- dijo mirándola fijamente antes de continuar andando por el pasillo.
-          ¡Jeff!- reclamo ella a sus espaldas.
           
            McCormick se dio la vuelta.

-          Llámame Holly.
           
            Asintió con la cabeza y se dirigió al ascensor. Bajó hasta la planta cero, atravesó el pasillo hasta llegar a la puerta que daba acceso a la sala de arrestos. Sacó una tarjeta magnética, la pasó por el lector que tenía a la derecha y entró.

            Meiyar estaba observando por el cristal de una sola dirección a Reitner interrogando a uno de los detenidos.

-          ¿Qué tal con Parker?

            McCormick se encendió un cigarrillo mientras observaba las progresiones del novato.

-          Tú estás fuera, es todo lo que necesitas saber- respondió con el cigarrillo colgando del labio inferior.
           
            Reitner no parecía especialmente inspirado.

-          Tu amigo ha hablado, dice que tienes demasiados huevos para tan poco cerebro.
-          ¿De verdad ha dicho eso?- respondió fingiendo satisfacción.
-          ¡No es un halago gilipollas!- replicó el novato dando una fuerte palmada sobre la mesa.
-          ¿Qué tal con la señora Meiyar?- pregunto McCormick con el lado de la boca que no estaba usando para aguantar el cigarrillo.
-          Le explique que surgió una emergencia.
-          ¿Lo comprendió?
-          ¡Joder Jimbo! La última vez que esa mujer me dijo a algo fue cuando nos casamos.

            Reitner se quito la americana y comenzó a remangarse lentamente la camisa. “Muchacho, reza porque no haya visto nunca una película policíaca”. Se sentó en el borde de la mesa y se pasó la mano por el pelo hacia atrás agarrando en un puño el pelo de la nuca.

-          ¿Has tenido noticias de la científica?- pregunto McCormick.
-          Los que estaban sin identificar no han salido todavía del anonimato, sólo falta que metan su código genético en la base de datos. Será cuestión de minutos. A Darvin Michaels todavía le están sacando metralla de dentro, parece que le alcanzaron mas de treinta balas.
-          ¿Querían batir algún record?- dijo mientras apretaba el botón del intercomunicador que había al lado del cristal- Agente Reitner, salga un momento por favor.
-          ¿Qué vas a hacer?- inquirió Meiyar.
-          Decirle al novato que no es tan listo como tú y él creéis. Ve a la sala de operaciones a averiguar con quién se relacionaban los cadáveres, por dónde se movían…Cualquier cosa que pueda ser de utilidad. ¡Ah! Y dedícale una especial atención a Montescca. Olvida lo que diga científica por ahora, que algún novato se gane el sueldo con eso.
           
            Meiyar salió de la sala de detención al tiempo que Reitner cerraba la puerta tras de si y se quedaba parado frente a McCormick.

-          Pareces  sorprendido. ¿Es que esperabas a otro?
-          No…nada de eso señor- respondió azorado- ¿Puedo ayudarle?
-          ¿Le has sacado algo?- dijo señalando al detenido con la mirada.
-          No, por lo menos no por ahora.

            McCormick extendió la mano para que Reitner le diese el expediente que tenía en la mano, éste dudó unos instantes antes de entregárselo. Lo ojeó sin quitarle la vista de encima a Reitner, el cual parecía incómodo con la situación.

-          ¿Me comunicará lo que logre sacarle?- preguntó.
-          No- respondió McCormick mirando los antecedentes del detenido, Hank Warner, sobre los que caía abundante ceniza de su cigarro.

            La expresión de Reitner cambió por completo, su rostro era la definición de enfado.

-          ¿Puedo saber por qué no?
           
            McCormick levantó la vista del expediente.

-          Porque no me fío de ti.

            Reitner le retiro la mirada ofendido.

-          Te vi por la televisión anoche. Es una vergüenza- añadió con media sonrisa- ¿A qué esperan para darte un programa propio?
-          ¿Tiene algún problema conmigo Agente McCormick?- pregunto Reitner encarándose.
-          Nada personal, sólo con tu trabajo. Miras por tu carrera en lugar de por la gente a la que prometiste proteger…y eso ni siquiera es lo peor…- continuó mientras abría un cajón en el que introdujo su pistola- Lo peor es que eres tonto. O por lo menos lo suficientemente tonto como para no darte cuenta de que eres el hombre de paja de Parker.

            Cerró el cajón con fuerza sobresaltando a Reitner.

-          La próxima vez que quieras interrogar a alguien recuerda que estos cajones son para guardar las armas. No te arriesgues a que los sospechosos tengan tantas ganas de meterte una bala en la cabeza como las que yo tengo ahora.

            Reitner no pudo evitar mirar la pistola que descansaba en la cartuchera que llevaba pegada a la cadera. Con la tensión de su primer interrogatorio se le habían olvidado las normas de seguridad de la sala de interrogatorios. Levantó la cabeza, herido en su orgullo, y observó a McCormick ya dentro de la estancia paseando mientras ojeaba el expediente de Hank Warner, él cual parecía mirarle con curiosidad.

-          Asalto, intimidación, robo con violencia…- se dirigió hacia él cerrando el expediente y mirándole por primera vez- Un largo camino desde la sección de reconocimiento de infantería.

            Tiró el expediente sobre la mesa y se fijó en él, movía nerviosamente la pierna izquierda aunque su rostro relajado no delatase ese tic.

-          ¿Qué te parece si nos saltamos los preliminares y me cuentas directamente quién te hizo el encargo?- pregunto McCormick.
-          Lo siento, pero hay un preliminar que me excita especialmente…el de mi derecho a una llamada- respondió dibujando un gesto de burla en su boca.

            Escuchando la respuesta una intuición se apodero de él de forma tan poderosa que no pudo por menos que tomarlo como certeza.

-          No sabías cual era el objetivo ¿Verdad?- dijo observando de reojo como el movimiento de su pierna se aceleraba- ¿Crees que alguno de tus amigos tendrá tanta lealtad como tú?- se quedó un instante callado dejando que el silencio de Warner confirmase sus sospechas: no pertenecía a la Yiser- Si yo fuese tu abogado te recomendaría intentar llegar a un trato.
-          Seguro, pero por suerte para mí no lo eres, así que…o me pone delante un puto teléfono para llamarle o me acogeré a mi derecho de volverme mudo- replicó con aires de suficiencia.
-          ¿Quieres saber algo gracioso Hank? Dada la situación de crisis en que estamos, a algunas agencias nos permiten pasar por alto ciertos derechos. Podemos retenerte aquí o podemos mandarte de vacaciones a Guantánamo. A ambos nos beneficiaria no tener que llegar a esa situación.

            Warner se pasó la mano por la cara sopesando la situación. McCormick aprovechó para meter discretamente la mano debajo de la mesa y desconectar las escuchas que permitían seguir los interrogatorios a los que se encontrasen al otro lado del espejo.

-          No sé como se llama. Nos comunicábamos únicamente por canales seguros. Solo por teléfono y red.
-          No Hank- le interrumpió McCormick- No estas jugando en la liga juvenil, estás en profesionales. ¿Pretendes hacerme creer que se puede contratar un equipo de ejecutores por carta? ¿Es que aceptáis encargos sin saber quién está detrás?
-          Hago las mínimas preguntas posibles, si sabes más de lo que debes, duras poco en esta profesión.
-          ¿Sabes una cosa? Creo que hay una parte que es igual en el ‘trabajo’ que haces y en el que hago yo. ¿Sabes por qué empiezo preguntándote a ti? Tus compañeros, incluyendo a los que mate, formaban parte de la treinta y cuatro de reconocimiento…Todos ellos estaban bajo tus órdenes. Si alguno sabe más de lo que debe ese eres tú. Información Hank, eso es lo que es igual para los dos. Sé que no aceptarías un encargo sin tenerle delante, cara a cara, como estamos los dos ahora- remarcó señalándole con el dedo para luego señalarse a si mismo- y sobre todo sin poder comprobar su historial, su fiabilidad… ¿Qué tal si vuelves a empezar?

            Warner se echó hacia atrás en la silla y se quedó mirando el espejo. Parecía estar estudiando cada una de las facciones de la cara ensimismado, en la mirada que le devolvió el espejo encontró la falta de salidas.

-          Desde el momento en que pusiste un pie aquí, ya me habías juzgado- dijo sin apartar la vista del espejo- y me odias por lo que crees que represento. Sin embargo yo creo que me odias precisamente porque te represento, porque soy como tu. Soy el reflejo de la mentira que eres.

            McCormick le observo hierático, sin parpadear siquiera. A la espera de respuestas que incluir en el puzzle.

-          Joy Hudson y Hank Johnston. Querían eliminar a un equipo del SWAT. Nos hablaron de cuatro integrantes y nos dieron la mitad de adelanto. Era una gran suma, suficiente como para desaparecer de por vida y como para no dudar pese a lo mal que olía todo el asunto.
-          ¿Dónde fue la reunión?
-          En el Tommy’s Inn entre la séptima y Patton Place.

            McCormick se pellizcó pensativo el labio inferior.

-          ¿Cual era la historia?
-          Pertenecientes al grupo “Nuevo Amanecer”, supuse que el equipo táctico trabajaba o pasaba información a la Yiser. Ayer nos avisaron del sitio y recibimos su llamada media hora antes de que entraseis.

            Volvió a conectar las escuchas externas y se dirigió hacia la puerta.

-          ¿Qué va a pasar conmigo?- pregunto Warner a sus espaldas.
-          Que por fin sabrás lo que es estar al otro lado de la pistola- contestó antes de irse.

            Subió por las escaleras a zancadas hasta llegar a la puerta que daba al segundo piso, la empujó enérgicamente y se sumergió en la frenética actividad del centro de operaciones. Avanzó entre los cubículos. Meiyar estaba dentro de una sala acristalada de cara a la puerta. Abrió la pesada puerta haciendo que su compañero levantase la cabeza del ordenador.

-          Ya tenemos la identidad de los dos ahorcados.
-          Hank Johnston y Joy Hudson- dijo moviéndose nerviosamente por la estancia.

            Meiyar le miro sorprendido.

-          ¿Como lo sabes?
-          Porque son los que contrataron al equipo de ayer.

            Se llevó las manos a la nuca y respiró con gravedad parpadeando incrédulo.

-          Esto esta feo Jimbo, aquí hasta los muertos asesinan.

            McCormick se sentó en una silla del lateral de la larga mesa que presidía la sala.

-          ¿Qué hay de Montescca?
-          Restos de bala fragmentada en la cabeza, probablemente el trozo mas grande que dejaron. Inteligencia dice saber lo mismo que nosotros sobre sus últimos movimientos.
-          ¿Qué hay del tipo de bala? ¿Sabemos de algún ejecutor que lo utilice como firma?

            Meiyar apretó un botón en el ordenador y lo giró para poner la pantalla frente a McCormick. Se apreciaban algunos puntos luminosos sobre un mapa de Estados Unidos.

-          Pinedale y Sundance en Wyoming, Evergreen en Alabama, Palm Beach en Florida, Newark, Fort Wayne en Indiana y Atlanta, Georgia. Todos grandes objetivos, todos con el mismo corte en la punta de la bala. En ninguno de los asesinatos hubo sospechosos sólidos. La Yiser estuvo detrás de todas las ejecuciones.

-          Y ahora le tenemos aquí- apuntó con los ojos clavados en Freedom City.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...