-
Esta vez si que
la ha jodido a conciencia- le espetó Parker desde detrás de su mesa- Pretendo
convocar una reunión de los jefes de departamento en la que espero que todo
este asunto quede enterrado.
McCormick
no pudo evitar pensar que él era el asunto al que más ganas tenia Parker de
echar tierra encima. Lo que más deseaba enterrar.
-
Encubrir a un
terrorista es un asunto muy grave McCormick. ¿Como explica que hallásemos el
cuerpo de Dillon Dermot una hora después de su redada en Lower Ritchey?
“¿Hallásemos?
¿Acaso no fui yo el que se quedó esperando después de llamarles?”
-
Una fuente
anónima señor- respondió McCormick.
-
Sabe
perfectamente que está obligado a decírmelo.
-
No mientras se
trate de una investigación en curso.
Se
quedaron sumidos en un incómodo silencio. Supuso que era la forma que tenía
Parker de presionarlo, darle tiempo para pensar en lo que podía caerle encima.
-
Agente McCormick ¿Podría
iluminarme una vez más sobre los objetivos de su investigación?
-
Hay una sucesión
de hechos que apuntan…
-
¿Sucesión de
hechos? Lo único que tiene para reafirmar su teoría es a un congresista, al que
quizás le pudiesen los remordimientos, y una carnicería provocada por usted en
busca de gloria. ¿Cómo cree que afecta su paranoia a la política que pretende
llevar este departamento?
McCormick
notó como si un depredador le desgarrase las entrañas por dentro. Le iba a
resultar difícil no dejarlo en libertad.
-
¿Sabe una cosa
Parker? Cuando entré en el FBI me enseñaron a disparar, a trazar perfiles de
asesinos, a realizar una investigación…En esos años de instrucción en ningún
momento me hablaron de ciencias políticas. Tal vez estuvimos en distintas
academias- hizo una pausa para observar su reacción- y tal vez la media docena
de terroristas muertos, con los que nos hemos encontrado esta mañana,
signifique que merece la pena hacer esa investigación.
Parker
se echó hacia atrás en su sillón juntando las yemas de los dedos.
-
Los problemas
internos de la Yiser son la única causa de esos asesinatos. A usted deberían
preocuparle las consecuencias de sus actos. Va a caer, McCormick, y lo irónico
es que es usted quien se está cavando la tumba.
-
¿Eso es todo?-
preguntó desafiante.
Parker
sonrió mezquinamente.
-
Tanya Berry está
bajo arresto- se encogió de hombros mostrándole las palmas de las manos- Hasta
que se reúna la comisión no quiero mas encubrimientos.
-
¿Bajo qué cargos?
-
Asociación terrorista.
Usted mismo la vinculó a Evan Davis.
McCormick
apartó la mirada y sonrió incrédulo. La sonrisa de Parker se ensanchó por
momentos.
-
Eso es todo
agente.
Se
marchó intentando que la desesperación no dominase sus pensamientos. Bajó hasta
su despacho, cerró la puerta y se dejó caer sobre la silla. Se llevó las manos
a la cara y se removió inquieto. Sobre la mesa tenía dispuestos los últimos
movimientos de la Yiser.
Montescca,
perteneciente a la rama más dura de la organización. Muerto. Troceado y metido
en una secadora. Luego la pusieron en marcha. El negocio situado en Hunt
Street, donde se encontraron sus “centrifugados” restos, iba a pasar una mala
racha de clientes.
Darvin
Michaels. Besó en la frente a su hijo antes de salir de casa y su mujer lo
acompañó hasta la puerta como acostumbraba. Le dispararon con una ametralladora
desde un coche. Dos funerales más.
Paul
Brant. Abierto de oreja a oreja. Se molestaron en enterrarle en una fosa baja.
Las fuertes lluvias nocturnas le llevaron a la superficie. Encontrado por unos
niños.
Dos
cuerpos todavía sin identificar. Colgados de un árbol después de haberles
disparado a la cabeza desde detrás. Huellas dactilares quemadas con acido. Trasladados
a la sala de autopsias del hospital de Rusell Heights. En espera de la prueba
de ADN.
Harry
Hill. Montó en su coche a la salida del Club de Striptease “Red Foxes”. Nitrato
de amonio mas RDX. La chispa eléctrica al hacer contacto con la llave detonó la
carga. Restos encontrados a más de veinte metros del lugar de la explosión.
“Joder,
no han perdido el tiempo” se lamentó. Se preguntó que estaría ocurriendo. Qué
podían hacer. Cómo llegar a entender esas ejecuciones. Intentaba resolver un
puzzle del que parecían sobrar piezas. Observo la foto que tenía sobre la mesa,
una niña de ocho años le miraba sonriente desde detrás del cristal. Sonó el teléfono
y lo cogió al segundo tono.
-
McCormick.
-
Buenos días
señor, soy el agente Anthony Morris.
“Otro novato” pensó.
-
Me han
transferido desde Sacramento para ponerme a sus órdenes.- continuó como si le
hubiese leído el pensamiento- El agente Reitner ha comenzado el interrogatorio
a uno de los terroristas detenidos en la noche de ayer. He creído oportuno
informarle. Si necesita de mis servicios estaré procesando unos datos desde el
centro de operaciones.
McCormick asintió confuso al telefono.
-
Gracias Agente
Morris- respondió pensando en las palabras del agente- Bienvenido a bordo.
Sacó una cajetilla de Royal Filter y jugó un rato con el
encendedor con la mirada perdida en el techo. Pocos agentes y mucho que
investigar. Cerró la tapa del encendedor. Callejones sin salida. Abrió la tapa
del encendedor, giro la rueda y se acerco la llama al cigarrillo. ¡Montescca!
Se encendió el cigarrillo y dio una profunda calada. Imposible matar a
Montescca sin haber hecho ruido, alguien tendría que saber algo. ¿Estaría
George McKie detrás de su ejecución? La comisión habría tenido que ser quien
extendiese el contrato. Eso sólo podía significar que tendrían que reunirse
nuevamente junto con los jefes de zona. “Una nueva reunión de la comisión junto
con los más significativos miembros de la Yiser en Freedom City” se repitió a
si mismo.
Apagó el ordenador y salió del despacho intentando poner
en orden los hechos. Tenía que ver si Meiyar tenía algo nuevo. Vio la puerta
del despacho de la doctora abierta. Dudo si debería pasar a verla. Dio un paso
en dirección a la puerta e inmediatamente se arrepintió. Se dio la vuelta y se encontró
directamente frente a ella. Tan cerca que casi notaba los latidos de su
corazón.
-
¿Cómo te
encuentras Jeff?
-
Las cosas no van
demasiado bien doctora. ¿No se ha enterado todavía? Estamos en una guerra.
Ellos matan y a nosotros solo nos dejan responder con palabras.
-
Quería que
supieses que no he informado a Parker- dijo con tono de confidencia.
McCormick sonreía mas con la mirada que con la boca.
-
Lo agradezco, pero
Parker es un hombre de recursos. Ha encontrado otras formas de hundirme.
Se encontraba más cerca todavía de ella que el día
anterior, pero en esta ocasión ella no daba pasos atrás. Le agradó la sensación
de respirar el mismo aire que ella y que sus labios estuviesen tan cerca como
para saber que decía antes de que las palabras saliesen de su boca.
-
Quería
disculparme, me dio la sensación de que la asusté ayer.
Se dio cuenta que la estaba tratando de usted. Tal vez se
encontraba en inferioridad por todo lo que sabía de él.
-
Si necesitas
hablar, ya sabes donde estoy.
McCormick sonrió en esta ocasión con la boca.
-
Buenos días
doctora- dijo mirándola fijamente antes de continuar andando por el pasillo.
-
¡Jeff!- reclamo
ella a sus espaldas.
McCormick se dio la vuelta.
-
Llámame Holly.
Asintió con la cabeza y se dirigió al ascensor. Bajó
hasta la planta cero, atravesó el pasillo hasta llegar a la puerta que daba acceso
a la sala de arrestos. Sacó una tarjeta magnética, la pasó por el lector que
tenía a la derecha y entró.
Meiyar estaba observando por el cristal de una sola
dirección a Reitner interrogando a uno de los detenidos.
-
¿Qué tal con
Parker?
McCormick se encendió un cigarrillo mientras observaba
las progresiones del novato.
-
Tú estás fuera,
es todo lo que necesitas saber- respondió con el cigarrillo colgando del labio
inferior.
Reitner no parecía especialmente inspirado.
-
Tu amigo ha
hablado, dice que tienes demasiados huevos para tan poco cerebro.
-
¿De verdad ha
dicho eso?- respondió fingiendo satisfacción.
-
¡No es un halago
gilipollas!- replicó el novato dando una fuerte palmada sobre la mesa.
-
¿Qué tal con la
señora Meiyar?- pregunto McCormick con el lado de la boca que no estaba usando
para aguantar el cigarrillo.
-
Le explique que surgió
una emergencia.
-
¿Lo comprendió?
-
¡Joder Jimbo! La
última vez que esa mujer me dijo sí a
algo fue cuando nos casamos.
Reitner se quito la americana y comenzó a remangarse
lentamente la camisa. “Muchacho, reza porque no haya visto nunca una película policíaca”.
Se sentó en el borde de la mesa y se pasó la mano por el pelo hacia atrás
agarrando en un puño el pelo de la nuca.
-
¿Has tenido
noticias de la científica?- pregunto McCormick.
-
Los que estaban
sin identificar no han salido todavía del anonimato, sólo falta que metan su código
genético en la base de datos. Será cuestión de minutos. A Darvin Michaels todavía
le están sacando metralla de dentro, parece que le alcanzaron mas de treinta
balas.
-
¿Querían batir
algún record?- dijo mientras apretaba el botón del intercomunicador que había
al lado del cristal- Agente Reitner, salga un momento por favor.
-
¿Qué vas a
hacer?- inquirió Meiyar.
-
Decirle al novato
que no es tan listo como tú y él creéis. Ve a la sala de operaciones a
averiguar con quién se relacionaban los cadáveres, por dónde se movían…Cualquier
cosa que pueda ser de utilidad. ¡Ah! Y dedícale una especial atención a
Montescca. Olvida lo que diga científica por ahora, que algún novato se gane el
sueldo con eso.
Meiyar salió de la sala de detención al tiempo que
Reitner cerraba la puerta tras de si y se quedaba parado frente a McCormick.
-
Pareces sorprendido. ¿Es que esperabas a otro?
-
No…nada de eso
señor- respondió azorado- ¿Puedo ayudarle?
-
¿Le has sacado
algo?- dijo señalando al detenido con la mirada.
-
No, por lo menos
no por ahora.
McCormick extendió la mano para que Reitner le diese el
expediente que tenía en la mano, éste dudó unos instantes antes de
entregárselo. Lo ojeó sin quitarle la vista de encima a Reitner, el cual parecía
incómodo con la situación.
-
¿Me comunicará lo
que logre sacarle?- preguntó.
-
No- respondió
McCormick mirando los antecedentes del detenido, Hank Warner, sobre los que caía
abundante ceniza de su cigarro.
La expresión de Reitner cambió por completo, su rostro
era la definición de enfado.
-
¿Puedo saber por
qué no?
McCormick levantó la vista del expediente.
-
Porque no me fío
de ti.
Reitner le retiro la mirada ofendido.
-
Te vi por la
televisión anoche. Es una vergüenza- añadió con media sonrisa- ¿A qué esperan
para darte un programa propio?
-
¿Tiene algún
problema conmigo Agente McCormick?- pregunto Reitner encarándose.
-
Nada personal, sólo
con tu trabajo. Miras por tu carrera en lugar de por la gente a la que
prometiste proteger…y eso ni siquiera es lo peor…- continuó mientras abría un
cajón en el que introdujo su pistola- Lo peor es que eres tonto. O por lo menos
lo suficientemente tonto como para no darte cuenta de que eres el hombre de
paja de Parker.
Cerró el cajón con fuerza sobresaltando a Reitner.
-
La próxima vez
que quieras interrogar a alguien recuerda que estos cajones son para guardar
las armas. No te arriesgues a que los sospechosos tengan tantas ganas de
meterte una bala en la cabeza como las que yo tengo ahora.
Reitner no pudo evitar mirar la pistola que descansaba en
la cartuchera que llevaba pegada a la cadera. Con la tensión de su primer
interrogatorio se le habían olvidado las normas de seguridad de la sala de
interrogatorios. Levantó la cabeza, herido en su orgullo, y observó a McCormick
ya dentro de la estancia paseando mientras ojeaba el expediente de Hank Warner,
él cual parecía mirarle con curiosidad.
-
Asalto,
intimidación, robo con violencia…- se dirigió hacia él cerrando el expediente y
mirándole por primera vez- Un largo camino desde la sección de reconocimiento
de infantería.
Tiró el expediente sobre la mesa y se fijó en él, movía
nerviosamente la pierna izquierda aunque su rostro relajado no delatase ese
tic.
-
¿Qué te parece si
nos saltamos los preliminares y me cuentas directamente quién te hizo el
encargo?- pregunto McCormick.
-
Lo siento, pero
hay un preliminar que me excita especialmente…el de mi derecho a una llamada-
respondió dibujando un gesto de burla en su boca.
Escuchando la respuesta una intuición se apodero de él de
forma tan poderosa que no pudo por menos que tomarlo como certeza.
-
No sabías cual
era el objetivo ¿Verdad?- dijo observando de reojo como el movimiento de su
pierna se aceleraba- ¿Crees que alguno de tus amigos tendrá tanta lealtad como
tú?- se quedó un instante callado dejando que el silencio de Warner confirmase
sus sospechas: no pertenecía a la Yiser- Si yo fuese tu abogado te recomendaría
intentar llegar a un trato.
-
Seguro, pero por
suerte para mí no lo eres, así que…o me pone delante un puto teléfono para
llamarle o me acogeré a mi derecho de volverme mudo- replicó con aires de
suficiencia.
-
¿Quieres saber
algo gracioso Hank? Dada la situación de crisis en que estamos, a algunas
agencias nos permiten pasar por alto ciertos derechos. Podemos retenerte aquí o
podemos mandarte de vacaciones a Guantánamo. A ambos nos beneficiaria no tener
que llegar a esa situación.
Warner se pasó la mano por la cara sopesando la
situación. McCormick aprovechó para meter discretamente la mano debajo de la
mesa y desconectar las escuchas que permitían seguir los interrogatorios a los
que se encontrasen al otro lado del espejo.
-
No sé como se
llama. Nos comunicábamos únicamente por canales seguros. Solo por teléfono y
red.
-
No Hank- le interrumpió
McCormick- No estas jugando en la liga juvenil, estás en profesionales. ¿Pretendes
hacerme creer que se puede contratar un equipo de ejecutores por carta? ¿Es que
aceptáis encargos sin saber quién está detrás?
-
Hago las mínimas
preguntas posibles, si sabes más de lo que debes, duras poco en esta profesión.
-
¿Sabes una cosa?
Creo que hay una parte que es igual en el ‘trabajo’ que haces y en el que hago
yo. ¿Sabes por qué empiezo preguntándote a ti? Tus compañeros, incluyendo a los
que mate, formaban parte de la treinta y cuatro de reconocimiento…Todos ellos
estaban bajo tus órdenes. Si alguno sabe más de lo que debe ese eres tú.
Información Hank, eso es lo que es igual para los dos. Sé que no aceptarías un
encargo sin tenerle delante, cara a cara, como estamos los dos ahora- remarcó
señalándole con el dedo para luego señalarse a si mismo- y sobre todo sin poder
comprobar su historial, su fiabilidad… ¿Qué tal si vuelves a empezar?
Warner se echó hacia atrás en la silla y se quedó mirando
el espejo. Parecía estar estudiando cada una de las facciones de la cara
ensimismado, en la mirada que le devolvió el espejo encontró la falta de
salidas.
-
Desde el momento
en que pusiste un pie aquí, ya me habías juzgado- dijo sin apartar la vista del
espejo- y me odias por lo que crees que represento. Sin embargo yo creo que me
odias precisamente porque te represento, porque soy como tu. Soy el reflejo de
la mentira que eres.
McCormick le observo hierático, sin parpadear siquiera. A
la espera de respuestas que incluir en el puzzle.
-
Joy Hudson y Hank Johnston. Querían eliminar a un equipo del SWAT. Nos hablaron de
cuatro integrantes y nos dieron la mitad de adelanto. Era una gran suma,
suficiente como para desaparecer de por vida y como para no dudar pese a lo mal
que olía todo el asunto.
-
¿Dónde fue la
reunión?
-
En el Tommy’s Inn
entre la séptima y Patton Place.
McCormick se pellizcó pensativo el labio inferior.
-
¿Cual era la
historia?
-
Pertenecientes al
grupo “Nuevo Amanecer”, supuse que el equipo táctico trabajaba o pasaba
información a la Yiser. Ayer nos avisaron del sitio y recibimos su llamada
media hora antes de que entraseis.
Volvió a conectar las escuchas externas y se dirigió
hacia la puerta.
-
¿Qué va a pasar
conmigo?- pregunto Warner a sus espaldas.
-
Que por fin sabrás
lo que es estar al otro lado de la pistola- contestó antes de irse.
Subió por las escaleras a zancadas hasta llegar a la
puerta que daba al segundo piso, la empujó enérgicamente y se sumergió en la
frenética actividad del centro de operaciones. Avanzó entre los cubículos.
Meiyar estaba dentro de una sala acristalada de cara a la puerta. Abrió la
pesada puerta haciendo que su compañero levantase la cabeza del ordenador.
-
Ya tenemos la
identidad de los dos ahorcados.
-
Hank Johnston y
Joy Hudson- dijo moviéndose nerviosamente por la estancia.
Meiyar le miro sorprendido.
-
¿Como lo sabes?
-
Porque son los
que contrataron al equipo de ayer.
Se llevó las manos a la nuca y respiró con gravedad
parpadeando incrédulo.
-
Esto esta feo
Jimbo, aquí hasta los muertos asesinan.
McCormick se sentó en una silla del lateral de la larga
mesa que presidía la sala.
-
¿Qué hay de
Montescca?
-
Restos de bala
fragmentada en la cabeza, probablemente el trozo mas grande que dejaron.
Inteligencia dice saber lo mismo que nosotros sobre sus últimos movimientos.
-
¿Qué hay del tipo
de bala? ¿Sabemos de algún ejecutor que lo utilice como firma?
Meiyar apretó un botón en el ordenador y lo giró para
poner la pantalla frente a McCormick. Se apreciaban algunos puntos luminosos
sobre un mapa de Estados Unidos.
-
Pinedale y
Sundance en Wyoming, Evergreen en Alabama, Palm Beach en Florida, Newark, Fort
Wayne en Indiana y Atlanta, Georgia. Todos grandes objetivos, todos con el
mismo corte en la punta de la bala. En ninguno de los asesinatos hubo
sospechosos sólidos. La Yiser estuvo detrás de todas las ejecuciones.
-
Y ahora le tenemos
aquí- apuntó con los ojos clavados en Freedom City.
No hay comentarios:
Publicar un comentario