Donnie
se cambió el balón a la mano izquierda y lo protegió con la rodilla mientras
con la mano derecha le hacía gestos a su hermano mayor, Nicki de quince años,
para que le hiciese un bloqueo. El suelo mojado y la fina capa de lluvia que
caía le dificultaba realizar una rápida entrada a canasta marca de la casa.
Nicki se puso rápidamente a la izquierda del defensor de Donnie. Este amagó con
una finta de cadera irse por el lado izquierdo para penetrar con gran velocidad
por la línea de fondo. El defensor de Nicki reaccionó enseguida e hizo el
cambio defensivo cerrándole el camino.
Nicki
cortó hacia canasta procurando pisar fuerte para no resbalar. Donnie picó el
balón mirando hacia otro lado, con la suficiencia de quien ya se sabe ganador.
Sin embargo el balón botó en un charco y en vez de tomar dirección hacia su
hermano se elevo caprichosamente. El defensor, que se había quedado clavado ante
la puerta atrás de Nicki, reaccionó lanzándose a por el balón. El cual pareció
tener otros planes al resbalársele de la mano y salir de la cancha para caer
rodando por el terreno de tierra circundante.
-
Ya es mala suerte
Donnie, para una vez que me pasas el balón…
-
Y ya ves lo que
ha ocurrido. Es un error que no volveré a cometer- respondió sonriendo.
-
Bueno, ir a por
el jodido balón para que podamos acabar con esto- dijo uno de los muchachos.
-
Tú has sido el
último en tocarlo, así que ya sabes lo que tienes que hacer.
-
No, si lo que
pretendéis es acabar el partido- respondió llevándose las manos a la nuca-
Sacáis vosotros así que ¿Por qué no os dais una vuelta para cogerlo y acabar
con esto?
-
Ya voy yo-
resopló resignado Donnie.
Se
quedaron un rato mirando como bajaba por la resbaladiza tierra en espera de
alguna caída que les pudiese alegrar el viaje en autobús hacia el colegio, que
tenían que realizar en quince minutos.
Movieron
la cabeza desilusionados al ver que no ocurría. Nikki se volvió hacia sus rivales
amenazante.
-
Veinte a
dieciocho, disfrutad de este momento, porque en cuanto vuelva mi hermano con el
balón os meteré la canasta de la victoria en la puta cara- se pavoneó.
-
¿Veinte a
dieciocho? ¿De que cojones estas hablando? Dijimos que las canasta de dos valían
uno y los triples valían dos.
-
Muy bien enano,
parece que te sabes las reglas- respondió socarrón.
-
Y tú parece que
no las aplicas. ¿Qué pasa con el triple que clavé desde la esquina?
-
¿El triple?...El
triple que… ¿De qué cojones hablas?
-
Veinte a diecinueve,
de esos cojones hablo.
-
¡Tenias media
zapatilla dentro!- se dio la vuelta para dirigirse a su hermano- ¡Eh! ¡Donnie!
…¿Donnie?...
Crissy estaba
cubierta por un manto blanco y un hermoso aura de tranquilidad. Le llamó
meciendo suavemente la mano. Casi podía oler su perfume. El deseo de sentir el
calor que siempre desprendían sus abrazos se apoderó de él.
Se
acercó y cogió su mano. Acarició con la yema de los dedos su cálida piel.
Sintiendo
la vida en cada célula de su cuerpo.
Sintiendo
como su olor le rodeaba en un abrazo.
Miró
sus profundos ojos, poseedores de inteligencia, comprensión, amor…el mismo
sentido de la vida en cada caer de párpados.
Supo
de inmediato que estaba soñando. El ser consciente de ello le podía despertar
en cualquier momento. Como si el propio cuerpo se activase al sentir esos
deseos. Se activase para intentar cumplirlo también en la realidad.
…Pero
era imposible en este caso.
Hablo
con ella sintiéndose empapado por sus palabras. Sin sonido. Sus labios parecían
tener la facultad de ver, oír, tocar, sentir, pensar…Lo que pudiese decir sería
producto de su imaginación. Su cerebro conversando con otra parte de su propio
cerebro. Daba igual. Allí estaban sus labios. Rojos y brillantes. Apareciendo
con dignidad en medio del horror.
Ella
se elevó invitándole a seguirla con un movimiento del dedo. Dio un titubeante
paso hacia ella para quedarse quieto y mirarla implorante de perdón. “Todavía
no, mi amor”. Se alejó flotando con la sonrisa marcada todavía en su cara. Allí
donde iba el tiempo y las dudas no existían. Hubiese deseado abrazarla con
todas las fuerzas necesarias para llevarla al mundo real en cuanto despertase. “Todavía
no, mi amor”. Se dio la vuelta. Dándola la espalda mientras ella se alejaba
hasta convertirse en un brillante punto en el firmamento.
“Todavía
no…”
Su
torso se elevó hasta quedar vertical. Sudaba y jadeaba.
Y
estaba solo.
-
No pienso coger
el balón- dijo Donnie.
-
Si, por mí que se
lo quede- respondió Nikki señalando con la barbilla hacia abajo.
A
escasos centímetros de sus pies un cuerpo sin vida estaba retorcido en
contorsión imposible. Como si estuviese en busca de una salida. El rictus de
horror dominaba por completo su rostro.
La
lluvia descendía dulcemente sobre él formando regueros que descendían
serpenteantes.
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