miércoles, 30 de octubre de 2013

4

El sol bailaba en el horizonte cuando McCormick dejó atrás Cooley para entrar en el serpenteante camino que llevaba hacia Ellway Hills. Demasiadas preguntas sin respuesta. Los atentados que se habían producido una semana atrás carecían de sentido para él. Conocía sus formas de actuar y de pensar. No, no era lógico. Sus acciones no eran para mandar mensajes sino para lograr objetivos. Demasiados peces gordos implicados para lograr sus habituales pretensiones. Mucho riesgo, “soldados” que les habían fallado, poca recompensa. ¿Donde encajaba Evan Davis en ese entramado?

Una sensación que parecía sacada de la nada le sacudió. El camino por el que conducía parecía irreal y tuvo la impresión de que algo horrible ocurriría de forma inminente. La luz se filtraba por sus pupilas abrasándolas y envolviendo todo en un manto rojo. Su tembloroso cuerpo intentaba ajustarse a esa nueva realidad. Sintió que comenzaba a perder el control. La imagen de él girando el volante y lanzándose colina abajo se le aparecía inquietantemente. El corazón se revolvía violentamente en su interior.

Algunas casas estilo colonial muy distanciadas entre si brotaron como espectros en el horizonte. Cuando sus manos dejaron de aferrar con violencia el volante se dio cuenta que las tenia entumecidas.

Se metió en el pedregoso camino que llevaba al número 14, el que estaba en la parte más alta. Examinó cuidadosamente sus sensaciones antes de bajarse del coche y llegar al porche de la casa. No sabía bien cómo afrontar la situación. Podría estar a punto de interrogar tanto a una victima como a un verdugo. Confió en que su instinto se lo dijese tras el primer saludo.

Llamó al timbre y esperó sin respuesta. Miro de reojo a las ventanas que flanqueaban la puerta de entrada, no había movimiento en el interior. Llamó por segunda vez sin poder evitar darse la vuelta para observar el magnífico paisaje que tenia ante si. Le parecía poder escuchar el murmullo de las olas deslizándose suavemente y la brisa trayéndole recuerdos en lugar de olores.

Se dio la vuelta para volver a llamar y se encontró con Tanya Berry envuelta en un halo de resplandores azules. No estaba preparado para los ojos color almendra que le miraban fijamente.

-          Agente especial McCormick, Unidad Antiterrorista- Dijo adelantándose dos pasos y enseñándole la placa.

Ella se apoyó en el marco de la puerta y le dedicó una sonrisa que identificó como cálida mientras perdía la vista en el paisaje que se extendía a espaldas del agente.


McCormick pensó en la cantidad de victimas que podía crear esa sonrisa.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...