Serpenteante e
infinita como un látigo de fuego,
plena en sudor y
rumores de sombras rotas.
Nada escapa a su
control.
La ciudad vive en
ocaso perpetuo.
La noche como refugio
de los que nunca se
atreven a soñar.
Barcos que buscan ser
mirados
para hundirse.
Colmenas y lenguas de
asfalto en las calles,
en ellas todo es
posible,
sólo la supervivencia
se te niega
¿Cómo no consumirse
si estas ardiendo?
Murmullos de figuras
errantes,
las armas son su
segunda piel.
Temblores.
Aprendiendo como un
hombre pierde su alma.
Lenguas de asfalto lamen
las calles.
Perdido en un cubo por
definir.
¿Conque juego nos
sorprenderá?
Por años y años
olvidaste
que la sangre corre
por profundos surcos.
No llames al hombre
de dios,
el también perdió la
fe
Solo el monje ciego escucha
los colores
de la nieve roja corriendo
calle abajo,
la sangre esta fría pero
por ella quemare mi corazón.
Sin piernas para
continuar,
sin aire para correr,
demasiado enfermo para
crecer,
quiero que me veas
arder.
Buscar al hombre de
dios,
rezar para que crea
un día mas,
sumar uno con su
dolor.
Con el vecino cantar el
final.
Dobla el cuello para
rezar.
Enfermo para creer.
El filo acaricia la
carne,
en su aislamiento se
hunde.
Solo para ser
observado.
La raya vertical a
través de su cara
se retrasa al caer,
solo un poco de carne
del hueso.
Sin excepciones.
Solo quiero que me
veas arder.
Uff, qué oscuro estás hoy...
ResponderEliminarc
ResponderEliminarYo no podría haberlo expresado mejor.
ResponderEliminarMe gustan mucho tus letras! No conocía tu poesía. Muy bueno todo lo que expresas! Saludos
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