Cuando volviendo del trabajo encontré un gato muerto en el
patio no pude evitar pensar en lo peor ¿Una posible muestra de amenaza por
parte de algún colectivo conflictivo? Me sacudí esos pensamientos paranoicos de
la cabeza. Ninguno de aquellos con los que había trabajado (y en ocasiones
ayudado a expandirse en sus esferas de actuación) podía tener motivos para
tales advertencias. Sin embargo un cartel colocado en la puerta del portal
invalido por completo mi razonamiento.
Cuando la noche ya se había cernido sobre la ciudad una
llamada a la puerta de casa hizo que mi cabeza se pusiese en modo alarma. En
lugar de mi habitual táctica defensiva de hacerme una bola en el suelo tuve la
inconsciencia de preguntar por la identidad de quien se hallaba al otro lado.
- - Hola- dijo a modo de saludo- Soy de una mafia de
Europa del este, he venido con unos compañeros a saquearte el piso. ¿Serias tan
amable de abrir la puerta para que podamos llevar a cabo nuestra labor?
Suspire aliviado y acerque la llave a la cerradura para que
pudiesen hacer su cometido con la mayor brevedad posible. Sin embargo una
poderosa intuición se apodero de mí. La inflexión de su tono de voz me hice
sospechar que se trataba de algo mucho más grave.
- - Estas mintiendo- respondí con el tono más autoritario
que pude.
- - No…- dijo confuso- Te puedo jurar que esas son
nuestras nobles intenciones. Abre la puerta tienes mi palabra de que te daremos
una intimidatoria paliza para después proceder a quitarte todos aquellos
objetos de valor que tengas.
- - ¿Incluidos los de valor sentimental?
- - Especialmente esos. Somos unos profesionales de
verdad. Te destrozaremos todo y nos iremos lo más rápido que podamos.
- - No me lo creo- respondí- Has venido para que
acuda a la reunión de vecinos.
Durante unos instantes el silencio se hizo tan presente que
casi podía creer abrazarlo.
- No, de verdad que se trata de un sencillo y
rutinario asalto a tu vivienda. No tienes nada que temer al respecto.
- - ¿Solo un asalto?- pregunte dubitativo.
- - Solo eso- respondió- Confía en mí.
- - ¿Nada de la reunión de vecinos?
- - En absoluto- respondió con lo que me pareció una
lógica indignación por su parte- Se tan amable de abrir para que podamos ir
comenzando con el apaleamiento
[…]
Han pasado casi dos horas desde entonces. Tiempo que he
aprovechado para afeitarme, cenar e incluso ponerme al día con algunas lecturas
pendientes mientras los vecinos han tomado posesión de mi salón. Actualmente
escribo estas líneas fuertemente fortificado en mi habitación.
Todavía van por
el primer punto del día: “Descalificaciones varias”. Quedan pendientes
“Acusaciones infundadas” y “Desvaríos diversos” antes de llegar a la “Despedida
y cierre”. Puede que en el momento de leer estas líneas todo haya acabado para
mí. Solo espero que os pueda servir de ayuda amigos. Nunca confiéis en
esperanzadoras promesas de agresiones y allanamientos. Salvaros, para mí ya es
demasiado tarde…